Así que: “…se adquiere un campo, un pedazo de tierra, se da la vuelta a ese pedazo de tierra, en ese primer recorrido del nuevo pedazo de tierra no se lleva a nadie, se protege uno, sigue su camino, se traza un pequeño círculo, destruir, extinguirlo todo, hacer que no haya sucedido, a los curiosos su propia saliva en el rostro, nada de comunicaciones, nada de descubrimientos: éstos se hacen para comunicarlos: se ha llegado a un punto en que ya no se tienen puntos de referencia para trazar los límites: se levanta un alto muro, se construye cada vez más alto, se acelera el muro, se sacrifica casi todo por la construcción de ese muro, finalmente se sacrifica uno mismo, la idea; el muro se ha hecho tan alto que no se puede tener ya ninguna relación,…”...
Thomas Bernhard, In der Höhe. Rettungsversuch, Unsinn, 1959 (Sáenz, 1992).
9.12.10
Infinito, paradoja, muerte: En las alturas/Thema Regium.
“…sigo mi camino, mi camino interminable, me he marchado para seguir mi camino interminable, mi camino interminable me convencerá de su interminabilidad,
penetro en la Naturaleza, y comprendo que no sirve de nada, tengo que volver a salir de la Naturaleza,
por término medio, medio millón de ideas en una hora de la tarde,
me esfuerzo por llegar lejos, tengo siempre la distancia y las alturas más altas delante, pero lo cercano me extinguirá, el abismo me extinguirá,
víctima de las distancias sin límite, víctima de las proximidades sin límite,
por encima de todas las sombras y de todas las humillaciones, sufro a mi padre, a mi madre, mis amigos,
esos locos pensamientos sobre las vidas en común, esos locos pensamientos sobre las infinitudes,
y sin embargo es un crimen empezar algo siquiera, todo es mentira, toda coma es mentira, todo es sólo una horrible charlatanería, una insignificancia, una bajeza, una humillación para mí,
pero me aferro a esos pocos pensamientos, y lo que importa es cada letra, lo que importa es cada letra y el reconocimiento de la estupidez,
llega una tormenta y me empuja a entrar en casa,
de puro miedo a los signos de admiración no puedo dormirme, de puro miedo a la expresión horrible, que he inventado,
hacemos el equipaje y nos vamos: tenemos un compartimento de primera clase, viajamos en coche cama, tenemos un tren entero para nosotros solos, hemos corrido las cortinas para que nadie nos ensucie, para que ningún pensamiento nos ensucie, para que el país entero no nos ensucie: el sucio mundo no tiene posibilidad de acceso,
a través de diez mil fronteras, a través de diez mil controles, sin pasaportes, sin estúpidas locuciones verbales, sin circunloquios, sólo con nuestro objetivo, con nuestro padre y con nuestra madre,
no se nos reprende: todos los nombres se han alejado demasiado de nosotros, lo hemos dejado muy atrás,
¿qué?, ¿adónde?, ¿nosotros?, ¿qué hemos hecho de nosotros?,
entra la muerte con conciencia de sí misma,…”
Thomas Bernhard, En las alturas, 1959 (+ J. S. Bach, Musikalisches Öpfer -Thema Regium, 1747 (Savall, 1999)).